Sinopsis

Kat tiene una vida normal. Solo una cosa no cuadra en ella: su nuevo vecino, Ethan Mckenzie.
Luego del accidente con su hermana Liz, todo apunta hacia Ethan. Él guarda un enorme secreto y ella esta dispuesta a descubrirlo.
Aunque eso implique un gran riesgo...
Las playas de Australia, con su interminable sol y sus codiciadas olas, serán testigos de la mayor aventura que pueden vivir dos jovenes con un romance peligroso.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Capitulo 2: Segunda Parte




La casa no era muy grande, supuse que no eran muchos en la familia porque apenas lo veía de vez en cuando a Ethan, y hasta ahora nunca había visto a sus padres, o al menos a uno de ellos.
Las paredes eran amarillo pastel, las puertas y ventanas blancas, el techo negro y el jardín súper verde. En la entrada había una galería con pisos de madera y para llegar a la puerta principal, había que subir unos cuatro escalones en unas escaleras que se extendían la misma medida de la puerta.
Toqué el timbre y un sonido bastante lindo, de esos que siempre suenan en las películas, se escuchó desde el interior. Me gustaba el tono del timbre, siempre había querido una casa con ese mismo sonido.
Nadie me atendía, pero sabía que alguien tenía que haber, desde el interior se escuchaban unos pasos. Volví a apretar el botón del timbre y esta vez, los pasos de dirigieron a la entrada.
  -Hola- dijo Ethan apoyado en el umbral de la puerta, parecía sorprendido, demasiado para mi gusto- veo que me trajiste flores, no pensé que ese era tu estilo Kat.
Miré el ramo de tulipanes que sostenía con una mano. De pronto me sentí avergonzada, realmente parecía que se los iba a dar a él. Ni en sueños. Tenía que actuar rápido. Ya.
  -No son para ti- me apresuré por responder, aunque me salió un poco seca la respuesta- ¿está tu madre?- giró su mirada hacia el interior de la casa, luego volvió a mirarme y yo sentí que se ponía un poco incomodo, como si no supiera que decir- ¿está o no?
  - Salió temprano para Sídney- no sé si sería yo o no, pero pareció una respuesta apurada, como si se le acabara de ocurrir.
  - Bueno, entonces te las dejo aquí- le extendí el ramo, aunque la escena quedó algo ridícula- si se puede, tenlas frescas hasta que vuelva.
  - ¿Acaso Kat Cooper está tratando de ganarse a mi madre?- odiaba que me avergonzara a todo momento, siempre me hacía quedar como una tonta y eso que no habíamos hablado mucho que digamos- mira que eso no es necesario, ya no se usa.
  - Son de parte de mamá- di media vuelta y bajé dos escalones de la galería de entrada- inmaduro.
Terminé de bajar, intentando mantener mi dignidad, pero por dentro, me salían unas risitas tontas. Lo que me había dicho era algo gracioso, me avergonzaba, pero era gracioso.
  -Te espero cuando quieras- repitió desde la puerta, yo solo me giré y le dediqué una de mis sonrisas falsas, de esas que le mostraba cuando iba a la tienda a comprar cera de coco.
En la calle frente a mi casa, estaba Brianna estacionada con el auto de su madre, un Chevrolet CRUZE gris humo (la familia Parks era bastante conocida en Proserpine).
Me acomodé mi cartera en el hombro y me dirigí a la puerta del acompañante, tratando de no volver la mirada hacia Ethan, estaba segura que él seguía con su brazo apoyado en el arco de la puerta disfrutando la humillación que me había hecho pasar hacía unos momentos.
Subí al coche y me encontré con la mirada de Brianna bajo sus enormes lentes de sol imitación de Gucci. Estaba segura que había presenciado todo el espectáculo de las flores.
  -Hmm, no esperaba encontrarte con Ethan Mackenzie, pero si te interesa…
  -Ni lo menciones- casi le hago tragare sus palabras, jamás saldría con alguien como Ethan- solo fui a llevarle unos tulipanes.
  -En mi mundo eso lo hacen los chicos generalmente, pero cambiar no está nada mal.
“No tendría que haber dicho eso de los tulipanes”.
  -Mamá se los quiso dar a la señora Mackenzie, sabes que odio los tulipanes porque soy…
  -Alérgica- dijo Brianna completando mi frase.
Asentí mientras aspiraba en el inhalador que guardaba en mi cartera. Se suponía que lo tulipanes no me hacían nada si no los olía directamente, pero por las dudas, aspiré varias veces para no estar “contaminada”.
  -Bueno, al final, ¿Qué tal su madre? ¿Ethan heredó los encantos de ella o acaso el señor Mackenzie es el HOMBRE de la casa?- Las palabras de Brianna salía sin ningún filtro, eran una pregunta tras otra- en mi opinión, Ethan  sería el hombre de la casa, sus ojos y esos labios… no me molestaría que él fuese mi vecino. Además…
  -Brianna, es suficiente- puse los ojos en blanco, cuando tenía esos ataques de preguntas, era realmente irritante- no estaban sus padres.
  -¿Entonces estaba solo?- puso sus ojos “acusadores”, una mirada pícara que siempre me daba gracia.
  -Siempre está solo, hace más de un mes que vive en esa casa y nunca vimos a alguien que no sea él… es extraño.
  -Me pregunto si será de esos que hacen fiestas o de los que se quedan tranquilos.
  -Ese no es el caso, ¿Qué tal si vive solo?
Bajé del auto que Brianna había estacionado junto a un lugar no muy lejos de mi casa, Sorrento Restaurant and Bar, un lugar con una vista a la costa y a un puerto donde la mayoría de los habitantes de la ciudad “estacionaban” sus embarcaciones.
  -No creo que viva solo, debe ser ilegal- atravesamos la puerta principal y nos encontramos con un ambiente de bar familiar que yo adoraba, siempre comíamos ahí- ¿Cuántos años tiene?
  -Supongo que dieciséis o diecisiete- me senté en una mesa junto a la ventana y eché un vistazo a la carta de menús- está en el mismo curso que nosotras, salvo que haya suspendido muchas clases.
  -No creo, estamos juntos en español y no le va tan mal, obvio que yo soy la mejor.
Brianna era la mejor en cada cosa que se proponía, español, atletismo e incluso, cálculo. Cualquiera que la desafiara en algún aspecto, terminaba perdiendo.
Me quedé callada, tratando de elegir alguna comida. Levanté la vista y Brianna estaba haciendo lo mismo que yo. Tenía la impresión que a ella no le preocupaba tanto la misteriosa vida de Ethan como a mí. Yo sabía que él ocultaba algo, ni siquiera lo veía entrar a su casa. Era como si saliera muy temprano y volviera por la noche.

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