La casa no era muy grande, supuse que no eran
muchos en la familia porque apenas lo veía de vez en cuando a Ethan, y hasta
ahora nunca había visto a sus padres, o al menos a uno de ellos.
Las paredes eran amarillo pastel, las puertas
y ventanas blancas, el techo negro y el jardín súper verde. En la entrada había
una galería con pisos de madera y para llegar a la puerta principal, había que
subir unos cuatro escalones en unas escaleras que se extendían la misma medida
de la puerta.
Toqué el timbre y un sonido bastante lindo,
de esos que siempre suenan en las películas, se escuchó desde el interior. Me
gustaba el tono del timbre, siempre había querido una casa con ese mismo
sonido.
Nadie me atendía, pero sabía que alguien
tenía que haber, desde el interior se escuchaban unos pasos. Volví a apretar el
botón del timbre y esta vez, los pasos de dirigieron a la entrada.
-Hola-
dijo Ethan apoyado en el umbral de la puerta, parecía sorprendido, demasiado
para mi gusto- veo que me trajiste flores, no pensé que ese era tu estilo Kat.
Miré el ramo de tulipanes que sostenía con
una mano. De pronto me sentí avergonzada, realmente parecía que se los iba a
dar a él. Ni en sueños. Tenía que actuar rápido. Ya.
-No
son para ti- me apresuré por responder, aunque me salió un poco seca la
respuesta- ¿está tu madre?- giró su mirada hacia el interior de la casa, luego
volvió a mirarme y yo sentí que se ponía un poco incomodo, como si no supiera
que decir- ¿está o no?
- Salió
temprano para Sídney- no sé si sería yo o no, pero pareció una respuesta
apurada, como si se le acabara de ocurrir.
-
Bueno, entonces te las dejo aquí- le extendí el ramo, aunque la escena quedó
algo ridícula- si se puede, tenlas frescas hasta que vuelva.
- ¿Acaso
Kat Cooper está tratando de ganarse a mi madre?- odiaba que me avergonzara a
todo momento, siempre me hacía quedar como una tonta y eso que no habíamos
hablado mucho que digamos- mira que eso no es necesario, ya no se usa.
- Son
de parte de mamá- di media vuelta y bajé dos escalones de la galería de
entrada- inmaduro.
Terminé de bajar, intentando mantener mi
dignidad, pero por dentro, me salían unas risitas tontas. Lo que me había dicho
era algo gracioso, me avergonzaba, pero era gracioso.
-Te
espero cuando quieras- repitió desde la puerta, yo solo me giré y le dediqué
una de mis sonrisas falsas, de esas que le mostraba cuando iba a la tienda a
comprar cera de coco.
En la calle frente a mi casa, estaba Brianna
estacionada con el auto de su madre, un Chevrolet CRUZE gris humo (la familia
Parks era bastante conocida en Proserpine).
Me acomodé mi cartera en el hombro y me
dirigí a la puerta del acompañante, tratando de no volver la mirada hacia
Ethan, estaba segura que él seguía con su brazo apoyado en el arco de la puerta
disfrutando la humillación que me había hecho pasar hacía unos momentos.
Subí al coche y me encontré con la mirada de
Brianna bajo sus enormes lentes de sol imitación de Gucci. Estaba segura que
había presenciado todo el espectáculo de las flores.
-Hmm,
no esperaba encontrarte con Ethan Mackenzie, pero si te interesa…
-Ni
lo menciones- casi le hago tragare sus palabras, jamás saldría con alguien como
Ethan- solo fui a llevarle unos tulipanes.
-En
mi mundo eso lo hacen los chicos generalmente, pero cambiar no está nada mal.
“No tendría que haber dicho eso de los
tulipanes”.
-Mamá
se los quiso dar a la señora Mackenzie, sabes que odio los tulipanes porque
soy…
-Alérgica-
dijo Brianna completando mi frase.
Asentí mientras aspiraba en el inhalador que
guardaba en mi cartera. Se suponía que lo tulipanes no me hacían nada si no los
olía directamente, pero por las dudas, aspiré varias veces para no estar
“contaminada”.
-Bueno,
al final, ¿Qué tal su madre? ¿Ethan heredó los encantos de ella o acaso el
señor Mackenzie es el HOMBRE de la casa?- Las palabras de Brianna salía sin
ningún filtro, eran una pregunta tras otra- en mi opinión, Ethan sería el hombre de la casa, sus ojos y esos
labios… no me molestaría que él fuese mi vecino. Además…
-Brianna, es suficiente- puse los ojos en blanco, cuando tenía esos
ataques de preguntas, era realmente irritante- no estaban sus padres.
-¿Entonces
estaba solo?- puso sus ojos “acusadores”, una mirada pícara que siempre me daba
gracia.
-Siempre
está solo, hace más de un mes que vive en esa casa y nunca vimos a alguien que
no sea él… es extraño.
-Me
pregunto si será de esos que hacen fiestas o de los que se quedan tranquilos.
-Ese
no es el caso, ¿Qué tal si vive solo?
Bajé del auto que Brianna había estacionado
junto a un lugar no muy lejos de mi casa, Sorrento Restaurant and Bar, un lugar
con una vista a la costa y a un puerto donde la mayoría de los habitantes de la
ciudad “estacionaban” sus embarcaciones.
-No
creo que viva solo, debe ser ilegal- atravesamos la puerta principal y nos
encontramos con un ambiente de bar familiar que yo adoraba, siempre comíamos
ahí- ¿Cuántos años tiene?
-Supongo
que dieciséis o diecisiete- me senté en una mesa junto a la ventana y eché un
vistazo a la carta de menús- está en el mismo curso que nosotras, salvo que
haya suspendido muchas clases.
-No
creo, estamos juntos en español y no le va tan mal, obvio que yo soy la mejor.
Brianna era la mejor en cada cosa que se
proponía, español, atletismo e incluso, cálculo. Cualquiera que la desafiara en
algún aspecto, terminaba perdiendo.
Me quedé callada, tratando de elegir alguna
comida. Levanté la vista y Brianna estaba haciendo lo mismo que yo. Tenía la
impresión que a ella no le preocupaba tanto la misteriosa vida de Ethan como a
mí. Yo sabía que él ocultaba algo, ni siquiera lo veía entrar a su casa. Era
como si saliera muy temprano y volviera por la noche.
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