-Bueno,
tengo un poco de agua oxigenada y una bandita, supongo que funcionará.
-No
es para tanto, es solo un corte.
Ethan se sentó a mi lado y pasó un algodón
mojado en agua oxigenada por mi frente para limpiarla. El frío mojando mi piel
hizo que me dé un escalofrío y temblara. Él sonrió y yo casi muero de
vergüenza.
-¡Ay!- chillé, aparentemente, había algo más junto al corte.
-Lo
siento, no se ve muy bien.
Miré a Ethan, estaba muy concentrado en mi
lastimadura. No tenía la menor idea de por qué estaba haciendo eso, digo, no
tenía la culpa de nada de lo que había pasado. Realmente estaba siendo muy
gentil.
“Trama algo” pensó la parte de mi que no lo
quería.
“Me gusta que sea así” pensó la otra parte de
mí que sí lo quería.
“Tengo que concentrarme” pensé yo en un
mínimo intento.
-No
hay fotos familias- observé hacia la nada, no para decírselo a él, fue más cómo
un pensamiento que se escapó en un susurro.
-No-
respondió él, sin darle importancia… eso no era normal, lo sabía muy bien- a
mis padres no les agrada como quedan con el ambiente.
Hizo un gesto con el hombro para restarle
importancia, pero yo no me rendía fácilmente.
-¿No
están ellos?- pregunté para sacar un nuevo tema de conversación, me gustaba el
silencio, pero no aquél.
-No-
¿por qué no cuenta nada?
-¿Están
trabajando?- asintió- ¿a qué se dedican?
-Esto
se parece a un cuestionario.
-No
me gusta el silencio- mentí- pero si me gusta obtener respuestas.
-Eres
la princesa de la casa, ¿verdad?- asentí en tono de broma, jamás me había
considerado una “princesa”- bueno, mamá trabaja y ahora está en Sídney… papá
vive en Esperance.
Bueno, esa era una respuesta muy común. Ya no
tenía de qué sospechar, mucha gente viajaba por trabajo. No me quedaba ni una
sola opción.
-Nunca
vi a ninguno de los dos- de acuerdo, fue una indirecta bastante directa.
-Adicta
al trabajo- sonrió- ya la verás, es muy linda…
Fue extraño escuchar a Ethan Mackenzie hablar
así de su madre. Jamás lo hubiera imaginado.
Cuando terminó de desinfectar mi herida, le
agradecí (lamentándome para mis adentros no haber averiguado nada nuevo).
Me abrió la puerta de entrada y ya casi no
había sol, solo estaba el cielo claro. Por suerte, aún estaba a tiempo. Se
quedó con un hombro apoyado en el marco de la puerta con su sonrisita (admito,
que lograba convencer a cualquiera con solo mostrarla).
-Muchas
gracias- le dije bajando los escalones de la galería- nos vemos en el
instituto.
-De
nada, Princesa- guiñó un ojo y sonreí, me daba un poquito de vergüenza- espero
verte mañana.
Saludé con la mano y caminé hacia mi casa.
Llegué y encontré a papá durmiendo en el
sillón con el televisor en el canal de deportes. Me daba un poco de pena que
estuviera tan cansado últimamente. Hacía demasiado por todas nosotras.
Caminé directamente a mi cuarto y me puse
unas leggins negras con una remera musculosa fucsia algo suelta y larga para
estar cómoda. Me gustaba estar descalza por la casa, como casi todo el piso era
de madera, siempre estaba suave y fresquito. Lo amaba.
En la oficina, intenté hacer un poco de
tarea, pero las horas que había pasado con Ethan me lo impedían. Algo había
hecho que él supiera que sucedía con los hombres de pasamontañas, estaba segura
de eso.
Me dije a mí misma que no podía decirles a
mis padres, les iba a agarrar un infarto y no me iban a dejar caminar sola por
ningún otro lugar del mundo. Desde ahora, iba a ser más precavida. No caminaría
sola pro ninguna calle que no conociera de Proserpine e iba a hacer lo posible
para lograr que James, Brianna o cualquier otro me llevara. No más autobús
salvo que fuera una emergencia. Eso también incluía, perder mi orgullo y
pedirle transporte a Ethan Mackenzie. Iba a caer bajo (según mi subconsciente).
Escuché a mamá llegando desde la escuela de
Airlie Beach, siempre había soñado con ser profesora de primaria. La saludé
desde la cama de mi cuarto y oí como hablaba con papá acerca de su día. Era
claro que o no estaba en condiciones para hablar del mío.
En un pequeño escritorio en mi cuarto
encontré un cuaderno viejo, con historias que había escrito hacía ya muchos
años. Leí un en la que sospechaba que mi hermana Liz era una extraterrestre
porque la había visto con crema verde para el cutis cubriéndole toda la cara.
De pronto, una idea loca, irreal,
descabellada, irónica y estúpida apareció en mi mente.
¿Qué tal si Ethan era algo más?
No digo, extraterrestre o vampiro, eso no
existía. Me refería a ladrón buscado o testigo encubierto. Algo así como una
persona realista pero no tanto. Todo era muy confuso.
Yo no entendía por qué sospechaba ese tipo de
cosas. No tenía ninguna prueba rara para pensar así. Apenas sabía que él me
“seguía” y que no conocía a sus padres. Estaba metido en mi vida, pero no sabía
que buscaba.
Sonó
mi celular y leí el nombre de Brianna en la pantalla.
-Buenas noches- dijo alegremente en el otro lado de la línea- ¿Qué tal
estuvo la tarde? La mía fue un desastre.
Dudé un momento en contarle lo que había
pasado, pero ella era mi mejor amiga, estaba segura que no se lo contaría a
nadie.
-casi
vuelvo a casa en autobús porque no conseguí a nadie que me trajera a casa y mis
padres no podían.
-un
momento, no puedo creer que el idiota de mi hermano no te llevara.
-dijo
que tenía cosas por hacer… cosas en tu casa- aclaré- ¿pasó algo?
-para
nada, estuve todo el día en mi casa y James no apareció- bueno, eso que no me lo esperaba de él- te juro que si
llega a tener a otra, no me importa que tengamos la misma sangre, va a dormir
con un ojo abierto.
-él y
yo no somos nada, si se cansa de esperarme, yo estoy bien.
El tema de conversación había cambiado. Tenía
que esperar al otro día para contarle todo a Brianna, se me había ocurrido una
idea para involucrar a Ethan y necesitaba la ayuda de mi amiga.