Sinopsis

Kat tiene una vida normal. Solo una cosa no cuadra en ella: su nuevo vecino, Ethan Mckenzie.
Luego del accidente con su hermana Liz, todo apunta hacia Ethan. Él guarda un enorme secreto y ella esta dispuesta a descubrirlo.
Aunque eso implique un gran riesgo...
Las playas de Australia, con su interminable sol y sus codiciadas olas, serán testigos de la mayor aventura que pueden vivir dos jovenes con un romance peligroso.

martes, 22 de enero de 2013

Capitulo Tres: Primera Parte


Estábamos a media mañana y el calor era insoportable. Salí de la clase de francés y me dirigí al baño de mujeres del instituto. Me paré frente al espejo y mojé mi cara con agua bien fría, aunque no fue suficiente.
No me había puesto maquillaje, ni base o rímel, con tanto calor corría con el peligro que se derritiera en mi cara. Como pude, usando mis manos de cepillo, arreglé mi pelo y lo até haciéndome una cola de caballo. Me mire en el espejo por última vez y descubrí que Brianna no se equivocaba tanto, siempre decía que yo tenía el cutis de esas modelos de cremas rejuvenecedoras que daban en la televisión española que ella miraba. Salí del baño y me dirigí a mi casillero.
La idea de tenerlo a Ethan persiguiéndome me asustaba bastante. No había dejado de pensar en él en todo el fin de semana. Cada vez había más misterios que lo rodeaban (hasta ahora solo eran dos, pero estaba segura que guardaba muchos otros).
No le había contado a nadie sobre mis sospechas, era obvio que no iban a creerme. Por el momento, estaba decidido que no iba a hablar con nadie sobre eso, era muy probable que yo me imaginara todo solo por el simple hecho que no había visto a nadie más que a él entrar en su casa. Era demasiado ilógico.
Abrí la puerta de mi casillero y comencé con la típica rutina de cambiar libros de estudios.
  -No te he visto en la entrada- levanté la vista sobre mi hombro y lo encontré a Ethan detrás de mí, casi hablándome al oído- ¿Sorprendida de verme?
No respondí, solo puse los ojos en blanco y suspiré, como si dijera: “¿Es lo mejor que tienes?”.
  -Te extrañé esta mañana, necesito nuevos tulipanes.
  -¿No hay nadie más a quién molestar?- cerré la puerta y me dirigí al patio exterior, con Ethan pisándome los talones.
  -Hoy me interesa hablar contigo.
  -Perfecto, ¿puedo preguntar algo?- asintió- ¿porqué me seguías el sábado por la tarde?
No recibí la respuesta que quería. En sí, no recibí ninguna respuesta. Solo se quedó en medio del pasillo mirándome. Me cansé de esperarlo, no podía creer lo que le había preguntado. Apenas estaba “segura” que había sido él.
No quería quedar como una tonta una vez más, no podía hacerlo en medio de todo el instituto, aunque nadie nos estaba escuchando.
Al final del pasillo vi a James, mirándonos a nosotros dos. Supuse que me estaba esperando. Le dirigí mi peor mirada a Ethan y caminé hasta donde James se encontraba.
  -Buenos días- me dijo cuando estuve a su lado, me saludó con un beso en la mejilla, me gustaba que hiciera eso- ¿Qué sucedía allí con Ethan Mackenzie?
  -Me preguntaba algunas cosas, nada importante.
No sé si fui yo, mi imaginación o la realidad, pero creo que a James no le gustó mi respuesta. No quise seguir con el tema, Ethan ya me parecía lo suficientemente siniestro como para seguir indagando. Yo tenía una sola idea clara: tenía que alejarme la mayor distancia posible de él.
Me senté en uno de los bancos del patio exterior, junto a James. Él me agarraba las manos y frotaba sus dedos contra mis palmas. Me gustaba eso, eran como unas “pequeñas” caricias. A veces Liz me hacía lo mismo.
Apoyé mi cabeza en su hombro y nos quedamos sentados en la sombra, viendo como otros alumnos iban y venían.
Cuando el timbre sonó, corrí a mi clase de álgebra, tenía que hablar unas cuantas cosas con Brianna. Necesitaba contarle lo que había pasado el sábado (evitando la parte de Ethan, si ella lo descubría iba a ser puro mérito suyo).
Me senté en uno de los bancos del fondo, porque si necesitaba hablar, el profesor iba a regañarme. Esperé a Brianna unos veinte minutos pero estaba retrasada. Era extraño que faltara a alguna clase, seguramente había una explicación.
Intenté prestar atención al profesor Gerald, pero Ethan apareció a la media hora del comienzo de la hora y, para mi desgracia, el único puesto disponible era el que Brianna no estaba ocupando. Él nunca asistía a álgebra conmigo, que tal si… realmente me estaba siguiendo.
¿Dónde estás? necesito hablarte. Kat
Luego de unos pocos minutos, el celular vibró en el bolsillo de mi uniforme.
Tengo que estar en ballet y luego voy a ver a Jake, lo siento. Te llamo esta noche. Bri.”
No quería estar junto a él, pero cuando se sentó a mi lado y me sonrió fue como si hubiera una barrera de defensa menos.
“Concéntrate. Muy bien. Ahora, concéntrate” me dije a mi misma unas ocho veces. Seguramente estaba ahí porque necesitaba horas extras. Solo eso.
La última vez que observé el pizarrón, estaban hablando de unos números algo raros. Luego giré la cabeza para ver por la ventana, era la única forma de no tener a Ethan en mi campo visual.
  -Debería presar más atención Cooper- el señor Gerald estaba parado justo frente a nuestra mesa, mirándome fijamente.
Me disculpé y prometí copiar toda la tarea en mi cuadernillo. Obviamente, esa tarea ya se había borrado y la fuente más cercana eran las anotaciones de Ethan. “Esto no puede estar pasando”.
  -Gracias- le dije cuando terminé de escribir, a toda velocidad y casi a los tropezones para poder salir del curso.
  -Un placer- respondió él guiñando un ojo y ofreciendo la misma sonrisa picarona de siempre.
A veces me molestaba que lo hiciera cada vez que le hablaba, significaba otra barrera derrumbada. Era perfecto derrumbando barreras.

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